La Sonrisa Perdida del Gato Milo

En un pequeño pueblo lleno de vida, vivía un gato llamado Milo. Todos lo conocían como “el gato feliz”, porque siempre tenía una gran sonrisa en su rostro. Milo era tan alegre que su sonrisa contagiaba a todos a su alrededor.

La sonrisa del gato Milo

Un día, sin embargo, algo extraño ocurrió. Al despertar por la mañana, Milo se miró en el espejo y se dio cuenta de que su sonrisa había desaparecido. ¡Su sonrisa ya no estaba allí! Preocupado, decidió salir a buscarla.

Primero, fue a la panadería de la señora Flor. La panadería estaba llena del delicioso olor a pan recién horneado, pero Milo no podía disfrutarlo. Se acercó a la señora Flor y le preguntó:

—¿Has visto mi sonrisa, señora Flor?

La señora Flor, que siempre tenía una expresión amable, lo miró sorprendida y le dijo:

—Oh, Milo, lo siento mucho, pero no he visto tu sonrisa. Pero seguro que está cerca, no te preocupes.

La sonrisa perdida del gato Milo

Milo siguió buscando. Visitó a Don José, el cartero, que estaba repartiendo cartas en la plaza.

—Don José, ¿has visto mi sonrisa? —preguntó Milo con esperanza.

Don José lo miró con simpatía y le contestó:

—No, Milo, no la he visto. Pero seguro que la encontrarás pronto.

Milo comenzó a sentirse un poco triste. Caminó hasta el parque y se sentó bajo un gran árbol. Mientras miraba el suelo, un pequeño cachorro se acercó moviendo la cola alegremente.

—¿Por qué estás tan triste, Milo? —preguntó el cachorro.

El gato Milo perdió su sonrisa

—He perdido mi sonrisa, y no sé dónde buscarla —respondió Milo con un suspiro.

El cachorro lo miró con ojos brillantes y le dijo:

—A veces, cuando estoy triste, cierro los ojos y pienso en las cosas que me hacen feliz. ¿Por qué no lo intentas tú?

Milo cerró los ojos y comenzó a recordar todos los momentos felices: jugando con sus amigos, corriendo por los campos, y disfrutando del sol cálido en su pelaje. Poco a poco, una sensación de calidez empezó a crecer en su pecho.

De repente, abrió los ojos y ¡ahí estaba su sonrisa! ¡Había vuelto! Milo se dio cuenta de que su sonrisa nunca se había ido, solo que había olvidado cómo encontrarla.

Feliz, Milo se levantó y comenzó a caminar de regreso al pueblo, con su gran sonrisa de nuevo en su rostro. 

Al pasar por la plaza, todos los niños corrieron a saludarlo, felices de ver que Milo estaba sonriendo otra vez.

El gato Milo recuperó su sonrisa

Y así, Milo aprendió que su sonrisa siempre estaría con él, mientras recordara las cosas que lo hacían feliz.

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