La luz de Aurora

En un rincón del cielo, lejos de las constelaciones más brillantes, vivía una pequeña estrella llamada Aurora. Aunque su luz dorada era cálida y suave, Aurora sentía que no brillaba lo suficiente. Las grandes estrellas iluminaban montañas y ciudades enteras, mientras que Aurora apenas reflejaba su luz en un tranquilo río.

Una noche, mientras miraba cómo las otras estrellas competían por ser las más brillantes, Aurora suspiró. —Quizá mi luz nunca será importante, — pensó en voz baja.

De pronto, una estrella anciana, conocida como Sabiduría, se acercó flotando con su tenue brillo plateado. —¿Por qué te ves tan triste, pequeña? —preguntó con amabilidad.

Aurora respondió: —Mi luz no alcanza para iluminar algo grande. Nunca seré como las demás estrellas.

Sabiduría sonrió. —Cada estrella tiene un propósito especial, Aurora. Tal vez el tuyo esté más allá de lo que ves ahora. Si te atreves a viajar por el cielo, podrás descubrirlo.

Aurora dudó. Nunca había salido de su rincón, pero algo en las palabras de Sabiduría encendió una chispa en su corazón. —¿Viajar? —repitió con timidez. —Sí, — respondió Sabiduría. —El cielo es inmenso, y hay muchos lugares que necesitan tu luz.

Con un poco de miedo, pero llena de curiosidad, Aurora comenzó su viaje. Flotó entre nubes y estrellas gigantes que la observaban con sorpresa. Una de ellas se burló: —¿Dónde crees que vas, tan pequeña? Tu luz apenas ilumina un río.

Aurora bajó un poco su brillo, sintiéndose pequeña otra vez. Pero recordó las palabras de Sabiduría y siguió adelante. En su camino, llegó a un bosque donde las luciérnagas bailaban en la oscuridad. Sus pequeñas luces llenaban de magia el lugar.

La estrella aurora y las luciérnagas

—¡Miren, una estrella! —exclamó una joven luciérnaga. Aurora les contó que estaba buscando su propósito, y una luciérnaga mayor le dijo: —No importa qué tan grande sea tu luz, Aurora. Lo importante es cómo la usas. Nosotros iluminamos pequeños caminos para los animales del bosque, y eso es suficiente.

Aurora se sintió inspirada por las luciérnagas. Aunque su luz seguía siendo pequeña, ahora tenía más confianza. Se despidió de sus nuevos amigos y continuó su viaje.

Después de cruzar montañas y ríos, Aurora llegó al océano. La luna reflejaba su luz en las olas, y el cielo estaba tranquilo. Sin embargo, Aurora notó algo: un pequeño velero estaba perdido en medio del agua. Había un niño a bordo, sosteniendo una linterna que apenas iluminaba el camino.

Aurora se acercó, sintiendo un nuevo deseo en su corazón: ayudar. Flotó sobre el velero y dejó que su luz dorada iluminara el agua. Aunque no era tan brillante como la luna, su luz guió al niño hacia la costa.

—¡Gracias! —gritó el niño con una sonrisa.

Cuando finalmente llegó a salvo, el niño miró al cielo y dijo: —Aurora, eres la estrella más especial que he visto.

Aurora se quedó flotando en silencio, sorprendida. Por primera vez, no deseaba ser como las estrellas grandes. Su luz, aunque pequeña, había hecho algo importante.

Cuando regresó a su rincón en el cielo, Sabiduría la esperaba. —¿Qué aprendiste, pequeña? —preguntó con una sonrisa.

La luz de la aurora guía al marino

Aurora respondió: —Aprendí que no necesito ser la más brillante para marcar la diferencia. Mi luz es especial tal como es.

Desde entonces, Aurora brilló con más confianza. Siempre que alguien en la Tierra se perdía en la oscuridad, Aurora estaba lista para iluminar el camino.

Mensaje del cuento. No importa cuán grande o pequeña sea tu luz. Lo importante es usarla para ayudar y hacer la diferencia en el momento adecuado.

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